La semilla de la vida de este sistema surgió del Sol, de la división fractal que comenzó con la creación primordial. En la alquimia de la vida, la unión de su radiación junto a mi energía receptiva fueron las que dieron a luz a toda la vida.
Por eso toda la vida surge del Gran Espíritu, o de esa fuerza creativa luminosa que creo el Universo desde el amor. El Sol es un fractal magnífico de esa fuerza, un fractal es una parte idéntica pero de diferente tamaño de la misma energía, o de la misma forma. Como los árboles por ejemplo, una pequeña rama, se parece en forma casi idéntica a el tranco cuando se ramifica, es el modelo en miniatura del árbol, así crecen fractalmente.
Regresar a relacionarse con el Sol es necesario, reconocer su magnifica luz fuente de evolución, entender que estamos unidos a él, que es el principio masculino de nuestro pequeño sistema. Recibir con alegría y confianza a las nuevas frecuencias que él está emitiendo, que todos los seres vivos junto a Gaia estamos recibiendo. El Sol siempre ha sido benigno con sus hijos, temerle es algo absolutamente absurdo, ese temor ha sido una manera de impedir que los códigos solares que están siendo bajados a la atmósfera lleguen a todos, pero eso es ya imposible, porque los códigos son cada vez mas sutiles, se funden con toda la materia como los neutrinos y están llegando a todos por igual. El Sol tiene sus formas de manifestarse, de crear que van más allá de la manipulación humana.
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