miércoles, 11 de junio de 2014

Debo confesar.

Federico, lector de Ovación, nos escribió un poema en el que expresa el amor que siente por el fútbol.
"Debo confesar que me gusta el fútbol.Que me gusta calentar mi garganta hasta el desgarro cuando un jugador mete un gol.Que cada vez que entono una estrofa de cancha, mi corazón se agita y siento que me falta el aliento.Que cada vez que aparece la oportunidad de concurrir a un estadio dejo todo por ver el show; ése que tantas veces me dio emociones adversas: alegrías, angustias, enojos de ira y llantos de emoción.Debo confesar que he tenido mis rivalidades por los colores, por opiniones, por todo ello que enriquece el deporte y que me gusta debatir hasta levantar el tono de la voz con aquellos conocedores del tema.Debo confesar haber estado grandes cantidades de tiempo frente a una pantalla sólo por ver un partido, haber madrugado o haber permanecido hasta altas horas de la noche: finales, fechas, definiciones de ascenso o simples amistosos; es un placer poder decir "sí, yo vi ese partido".
Debo confesar que cada vez que alguien me dice "¿Qué le ves a este partido?", la cabeza me da vueltas y no encuentro explicación razonable para darle a esa persona.

¿Cuántas veces habré escuchado: "¿Qué le ves al fútbol?" y habré respondido "tenés que vivirlo para entenderlo".

   Debo confesar que he aprendido: he aprendido a respetar los colores de los otros, a admitir cuando otro equipo juega bien, a asumir las derrotas y a festejar los triunfos.
Si señores, debo confesar que me gusta el fútbol.
Que no hay deporte más bello.
Que más allá de los actos de violencia que hoy por hoy intentan opacarlo yo siempre le voy a se fiel.
Que en el momento que envejezca les contaré a mis nietos acerca de todos los tesoros o anécdotas que  guardo de la cancha.
   Acerca de aquel tío que me hizo hincha de mi club, o de mi amigo que me hizo el aguante en tantas locuras cometidas por amor a los colores. De mi padre fanático, con quien no compartí nunca los colores, De que me gustaba ver partidos y hablar todo el tiempo de este deporte.

Y aunque muchos no me comprendan al leer estas líneas... Debo confesar que me gusta el fútbol.
Federico N. Brest
36.235.160"

martes, 10 de junio de 2014

La semilla de la vida de este sistema surgió del Sol, de la división fractal que comenzó con la creación primordial. En la alquimia de la vida, la unión de su radiación junto a mi energía receptiva fueron las que dieron a luz a toda la vida.
Por eso toda la vida surge del Gran Espíritu, o de esa fuerza creativa luminosa que creo el Universo desde el amor. El Sol es un fractal magnífico de esa fuerza, un fractal es una parte idéntica pero de diferente tamaño de la misma energía, o de la misma forma. Como los árboles por ejemplo, una pequeña rama, se parece en forma casi idéntica a el tranco cuando se ramifica, es el modelo en miniatura del árbol, así crecen fractalmente.

Regresar a relacionarse con el Sol es necesario, reconocer su magnifica luz fuente de evolución, entender que estamos unidos a él, que es el principio masculino de nuestro pequeño sistema. Recibir con alegría y confianza a las nuevas frecuencias que él está emitiendo, que todos los seres vivos junto a Gaia estamos recibiendo. El Sol siempre ha sido benigno con sus hijos, temerle es algo absolutamente absurdo, ese temor ha sido una manera de impedir que los códigos solares que están siendo bajados a la atmósfera lleguen a todos, pero eso es ya imposible, porque los códigos son cada vez mas sutiles, se funden con toda la materia como los neutrinos y están llegando a todos por igual. El Sol tiene sus formas de manifestarse, de crear que van más allá de la manipulación humana.

Antes de esa civilización solar la Madre Tierra Gaia, se encontraba en otro nivel de consciencia, de una frecuencia un poco mas acelerada que la materia, allí se vivía con el Ka : el doble etérico, era la dimensión Lemuriana de la Tierra.

 El Ka es ese cuerpo que es idéntico al físico pero vibra en una frecuencia un poco más rápida, vive en el futuro, es el que se conecta a los ancestros estelares y conoce los viajes a las redes geométricas. Muchos de vuestros Kas fueron los constructores de las redes.
La dimensión Lemuriana mas que una civilización es un estado de consciencia, está en una frecuencia mas sutil, mas rápida, menos densa, de allí viene la magia, los reinos etéricos, las hadas, los animales sagrados, imaginarios, los ángeles, los seres de luz, todos los encargados de mantener el patrón de la creación armónico. Esta consciencia esta más allá de la ilusión de tercera dimensión, en algunos lugares lejanos todavía se conserva, en algunos sitios de poder del planeta, especialmente donde se reconoce la existencia de la magia, o donde existieron civilizaciones mágicas como la Celta, que sostenía la dimensión de la antigua Lemuria.

Los habitantes originarios de Suramérica, en especial los que se fueron a las selvas amazónicas, o los que quedaron en las mas altas montañas resguardando el conocimiento, saben lo que es leer la sincronicidad en las nubes o en las plantas, saben el poder de los elementales, de las plantas, de los tótems los animales, los hermanitos menores.

La libélula viene a despertarlos amados humanos, a ayudarlos a salir de la ilusión, a mostrar aquello que está oculto, lo que les hace actuar con miedo, desconfianza, con conductas compulsivas, adictivas inconscientes. Ella permite ir a buscar en las aguas profundas, oscuras de la emoción para comprender lo que pasa realmente, anunciando que al madurar esta la salida a la luz, en el vuelo ligero de su adultez. Ella les quita el velo, para que escuchen los mensajes del Universo, les dice: llegó la hora de dar un paso adelante, de dejar de “echarle la culpa a lo externo”, de saber que todo viene de adentro, de tomar responsabilidad de lo que pasa en tu vida para cambiarlo, para convertirse en el Ser de luz que siempre has sido.

Abuelita Aya