jueves, 3 de julio de 2014

Estamos divididos en el centro y la periferia. El cuerpo es la periferia; conocemos el cuerpo. Conocemos la circunferencia, pero no sabemos dónde está el centro. Cuando la inspiración se fusiona con la espira­ción, cuando no puedes decir si se trata de la inspiración o de la espiración, cuando es difícil determinar si la respira­ción está saliendo o entrando, hay un momento de fusión. No está ni saliendo ni entrando, se halla estática. Cuando está saliendo es dinámica; cuando está entrando es estática. Cuan­do no está haciendo ninguna de las dos cosas, cuando está silenciosa, inmóvil, estás cerca del centro. El punto de fusión de la inspiración y la espiración es tu centro.
Considéralo de esta manera: cuando la respira­ción entra, ¿dónde va? Va a tu centro. Cuando sale, ¿de dónde sale? Sale de tu cen­tro. Por eso los taoístas y los místicos Zen dicen que la cabeza no es el centro; el ombligo es tu centro. La respira­ción va al ombligo, y luego sale. Va al centro.
Hay un puente entre tú y tu cuerpo. Conoces el cuerpo, pero no sabes dónde está tu centro. La respiración está yendo constantemente al centro y saliendo, pero no estás tomando sufi­ciente aliento. Por eso normalmente no va realmente al centro; ahora, al menos, no está yendo al centro. Es por eso por lo que todo el mundo se siente "descentrado". En todo el mundo moderno, los que pueden pensar notan que no están dando en su centro.
Observa a un niño durmiendo, observa su res­piración. La respiración entra; el abdomen se hin­cha. La respiración no afecta al pecho. Por eso es que los niños no tienen pecho, sólo abdomen; un abdomen muy dinámico. La respiración entra y el ab­domen se hincha; la respiración sale y el abdomen se deshincha. Los niños es­tán en su centro.
Por eso son tan felices, tan llenos de gozo, tan llenos de energía, jamás cansados; re­bosantes, y siempre en el momento presente, sin pasado ni futuro 

Osho / El Libro De Los Secreto

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