viernes, 28 de marzo de 2014

De deseo somos


La vida, sin nombre, sin memoria, estaba sola. Tenía manos, pero no tenía a 
quién tocar. Tenía boca, pero no tenía con quién hablar. La vida era una, y 
siendo una era ninguna. 
Entonces el deseo disparó su arco. Y la flecha del deseo partió la vida al 
medio, y la vida fue dos. 
Los dos se encontraron y se rieron. Les daba risa verse, y tocarse también. 

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